Referencias esotéricas sobre "Nessum Dorma"
Son muchísimas las obras artísticas reconocidas en las que el simbolismo esotérico cobra y expresa un carácter relevante.
Con
este breve escrito solo intentaremos comentar los aspectos más
generales que se logran observar dentro de la reconocida aria "Nessum
Dorma" de la obra Turandot.
Dejaremos
que los aspectos más íntimos y particulares sean buceados y
despertados por cada uno de ustedes, permitiéndoles así seguir adelante
con el desarrollo personal de los misterios simbólicos que la obra
transmite.
Se
irá delineando este trabajo copiando de a partes su texto (en color),
y trazando unas líneas a modo de comentario seguidamente.
Quien desee primero ver y escuchar el aria, dejamos el siguiente link donde podrán hacerlo:
En principio el título se refiere de hecho a una cualidad que bíblicamente Jesucristo ha expresado a sus discípulos para llevar a cabo: "no durmáis".
Nessum
Dorma (Nadie Duerma) hace referencia a no dormirse en los concursos de
la consciencia dentro de los aspectos relativos a lo mundano.
Quien encarna este canto es el "Príncipe Desconocido"... nombre que nos resuena bastante en las campanillas de quienes recorremos la vía Martinista. Así comienza:
"Nadie duerma, nadie duerma, tampoco oh tu Princesa
Desde tu fría habitación contemplas las estrellas
Desde tu fría habitación contemplas las estrellas
que tiemblan de amor y esperanza"
Cuando
se lee Princesa, se hace referencia al alma humana. El pedido del
Príncipe es a que no duerma en su fría habitación o "gélido cuerpo" en
el que mora. Desde allí contempla, mira y observa las "estrellas", de
quienes Jacob Boehme dice que son los pensamientos externos del hombre
(aquellos que lo pierden).
De
este modo se intenta decir que el alma yace dormida en el cuerpo, desde
el cual se observa en los pensamientos nacidos de su propia razón (o
constelación). Estos pensamientos "tiemblan de amor y esperanza" por y
hacia la Sabiduría y el Entendimiento divino. Pensamientos humanos
que por ser nacidos y partícipes del mundo exterior, suelen desconocer y
no llegar a comprender verdaderamente los atributos de la divinidad que
anhelan.
"Hay un secreto escondido en mí
¡Mi nombre nadie lo sabrá, no, no!"
El "secreto" del Príncipe Desconocido es su "propio nombre". Recordemos que en el llamamiento a la existencia que Dios hiciese a Adán la Biblia dice: "y llamó Dios Adán al hombre que había creado (formado)". Por tanto el nombre recibido es el signo de lo divino que todo ser posee en sí como única relación directa con la divinidad misma.
Es
también para nosotros el signo del renacimiento, en tanto que "aquellos
que reciban un nuevo nombre, serán inscriptos en el Libro de la Vida".
Este nombre es dado al ser en secreto, ya que solo él conoce el nuevo
nombre recibido de Dios. Es en ello el énfasis y la negativa que el
príncipe hace con respecto a la revelación de su nombre.
"Sobre su boca lo diré cuando la luz resplandezca"
A pesar de ello, el Príncipe Desconocido dice que únicamente dirá, o hará saber su nombre a la Princesa (al alma humana), aunque será sobre su boca y cuando la luz resplandezca.
La sugerencia del beso que aquí deviene, debería comprenderse como el símbolo de la Transmisión y Purificación.
Este mismo simbolismo puede observarse en el Cantar de los Cantares, así como también en el evangelio de Felipe cuando dice que Jesús solía besar en la boca a María Magdalena (otro símbolo del alma humana).
Aún en libros de cuentos como la "Bella Durmiente", leemos que esta Princesa será despertada de su sueño por el beso de aquel Príncipe que verdaderamente la ame.
Pero
este boca a boca solo será cuando la luz resplandezca. La luz, según
leemos en el evangelio de Juan, es la Vida para los hombres.
Cuando
la luz resplandezca, podríamos decir que indica cuando la vida triunfe,
o cuando el alma despierte en tal resplandor, ya que solo el amanecer o
el sol espiritual debe brillar en el alma del hombre, así como lo hará
en la Jerusalén Celeste.
Es entonces solamente en el resplandor de la Vida (o en la Palabra Viva) que el alma recibirá la nueva vida o el nombre desconocido y sellado por un beso, o nueva alianza de amor.
"Y mi beso romperá el silencio,
que te hará mía"
Cuando la Palabra o Verbo Divino sea en el alma del hombre, todas sus incapacidades pasarán, así como el silencio dejará de ser en ella, en tanto que escuchará constante y eternamente su Sonido (la Armonía Coral). De esta forma lo dormido despertará, y al reconocerse viva será parte de la misma Vida... por ello dice: "te haré mía"
"Romper
el silencio" puede también interpretarse como el rayo o destello que
irrumpe desde el cielo en medio de la tormenta, mostrando el brillo o
resplandor del poder celeste. Paracelso llama a esto iliastrum, y se
compara con el carro que toma o se posesiona del ser haciéndolo suyo,
tal como sucedió a Elías.
En esta parte del aria se escucha al coro diciendo:
"Su nombre nadie lo sabrá
y ¡ay de nosotras que deberemos morir, morir!
Este coro son las estrellas o constelaciones. Hemos hecho referencia a ellas como la representación de los pensamientos nacidos desde lo exterior del hombre (su razón). Pero siendo el hombre un alma dormida, sus pensamientos son y forman parte del mundo del sueño.
Cuando
el alma despierte tras el beso, y se reconozca vital y despierta, el
mundo del sueño dejará de ser, así como al amanecer también la noche
debe perecer.
Nosotros
vivimos en un estado cíclico y relativo dentro de nuestra
existencialidad (la cual corresponde al mundo del sueño), observándonos
dentro de intervalos que nos inclinan desde un lado al otro de nuestra
mortandad. Cuando el despertar sea en la Palabra Viva de la Divinidad,
el día será eterno, motivo por el cual la noche morirá en la eternidad, y
lo relativo será absoluto y pleno.
No
pueden existir la voluntad del hombre y la voluntad de Dios dentro del
alma humana, porque no hay más que una única Voluntad. Una vez más nos
encontramos con la frase: "Señor, hágase Tu voluntad no la mía" al
momento de enfrentarnos ante la muerte que deviene en resurrección.
"Disípate noche, tramontad estrellas,
tramontad estrellas, que al alba venceré,
venceré, venceré"
Cuando
la Voluntad de Dios rige y es nuestro constante Deseo, es Dios mismo
quien mora en el hombre. Así, en este amanecer glorioso, el deseo
espiritual del hombre vence por sobre el sueño de su alma corporeizada
(la que mora en la fría habitación).
Aquí
la noche se disipa, y las estrellas se apartan del cielo del hombre, en
el cual brillará triunfante el Sol, o la voluntad divina.
Por
tanto el ego, producto de la razón exterior humana encuentra su muerte.
A partir de allí la razón se une en la humildad del alma, que nada más
desea que al Espíritu divino. Esta es la comunión, conjunción o
matrimonio que es sellado por un beso de amor.
Más
allá de lo incompleto de estas apreciaciones, aunque suficientes para
el atento lector, les comentamos que hacia el final de la obra Turandot,
la Princesa expresa su Deseo de Amor al Príncipe, quien termina por
revelarle su nombre, el cual es: Amor.
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